No voy a repetir el típico articulo de TDAH al que estamos todos acostumbrados. Esta vez no. Quiero hablaros de un TDAH diferente, aquella persona que tiene una forma de actuar, de ser, y de reaccionar, determinada. ¿Y si pensamos un momento en el TDAH como una forma de ser y no un trastorno?
Si diagnosticábamos a los pacientes en la infancia solamente y los desahuciábamos a los 18, ¿que pasa en la edad adulta? ¿Y cuando se casan? ¿Y cuando son padres?
Seguimos haciendo el diagnóstico (ahora también en adultos) basándonos en la historia clínica de la infancia de la persona…¿qué ha cambiado?
Desde mi punto de vista y experiencia, después de más de 20 años de mi vida, incluso siendo yo una variante del mismo y teniendo en mi familia diagnosticados, mi percepción ha ido cambiando respecto al TDAH.
Nacemos con lo que se llama “inmadurez de la parte frontal del cerebro”, tardamos en entender, interiorizar y controlar, cualquier tipo de impulso básico, pero con el tiempo, en mayor o menor medida, acaban integrándose en el resto de la población general.
Dicho así, tan general y amplio, habrá mucha gente que va a cuestionar lo que digo, pero dejarme que profundice más.
No todos desarrollan trastorno de conducta en la adolescencia, no todos toman drogas, no todos abandonan los estudios, no todos tienen problemas de comunicación,etc. No todos somos y son iguales… ¡¡Para nada!!!
Pero si hay ciertas características que en la edad adulta, con problemas severos o no, se repite en su mayoría o casi todos. Si conocéis a alguien adulto o niño o adolescente, da igual, fijaros en esta lista:
Impulsivos, tanto para enfadarse como para expresar alegría.
Les gusta reír, y pasan de un estado triste a alegre muy rápido, hasta se puede interpretar como si no le importara… pero no es así.
Se les observan conductas que tachamos de “egoísmo”, pero luego nos sorprenden con acciones de gran corazón.
Sabemos que pueden tener un genio incontrolado y enfadarse efusivamente, pero se arrepienten (cuando se dan cuenta) y conectan rápido con el sentimiento de culpa.
Les cuesta entender al otro, tanto si es un compañero en primaria, como si es tu pareja sentimental, pero si les miras a los ojos, ves el esfuerzo y la inocencia de no te entiendo pero te quiero.
Suelen ser maniáticos, miedosos en ciertas cosas y excesivamente despreocupados para cosas que los otros les tacharían de irresponsables.
Dan la imagen de no querer hacer las cosas, de no esforzarse, de bagos, pero cuesta entender, que para centrar la atención (involuntaria) tienen que controlar la concentración (voluntaria) y necesitan tres veces más energía que otra persona. ¿Si lo consiguen (menos veces) no deberían tener el triple de reconocimiento? No suele ser así, por lo que abandonan y acaban pensando que ellos no pueden y evitan la tarea.
Éstos son unos ejemplos, que por lo menos deberían hacernos pensar en como nos relacionamos con ellos. Si son personas que reaccionan mal bajo presión, al estrés, y a la ansiedad que ya llevan innata, con distancia social, conviviendo con las mismas personas, con dificultades de comunicación o lenguaje comunicativo, olvidándoseles a menudo la mascarilla, lavarse las manos, impulsivos, etc. ¿Como llevan este tiempo de COVID? ¿Y nosotros con ellos?
¡MAL! ¡MUY MAL!
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